Historias rugbísticas

Casi al final del Inglaterra-Irlanda de hoy. Pub Hogan's de Palma. Media docena de irlandeses frente a la pantalla, y casi una treintena de ingleses algo más allá. Servidor justo en el medio. Parece que va a ganar el mediocre equipo que supuestamente dirige el infame (como entrenador) Johno. Pero entonces llega el ensayo de Bowe que le da la vuelta al marcador. Los irlandeses del pub gritan, eufóricos. Como siempre, dentro de la corrección y el respeto. Pero uno de ellos se disfraza de hooligan futbolero y se gira hacia los ingleses, gritando como un poseso algo así como "¡jódete, Inglaterra, así se juega a rugby!". Todo eso con los brazos en alto y con cada uno de los dos deditos del medio bien estirados. Nunca había visto una escena así en los años que llevo viendo partidos de rugby en pubs irlandeses. El tipejo, parece como si de repente se diera cuenta de la gilipollez que había hecho (o tal vez temeroso de que la marabunta de ingleses le partiera merecidamente la crisma), se gira con rapidez y les vuelve a dar la espalda. Bebe de su pinta como si no hubiera pasado nada. A su pareja le sale una sonrisita nerviosa. Silencio incómodo en el pub; sólo se oye la imponente voz de Eddie Butler en la tele. De repente un inglés (vestido con una camiseta de su selección) se acerca al tipejo y, con una educación envidiable, le dice calmada pero firmemente a la oreja: "oye tío, tómatelo con calma, que esto es rugby. Aquí nos respetamos todos". El irlandés siguió callado e inmóvil, no replicó nada, verbal o físicamente, a la lección de civismo que acababa de recibir.