domingo, 27 de septiembre de 2015

Ahora sí: Maracanazo en Twickenham



(tremenda la estampa: el Heredero haciéndole la corte a los galeses, mientras que Harry the Great se mantiene fiel al puntal del imperio)

        Es complicado ponerse a escribir esta entrada cuando hace tan poco que se produjo la catástrofe. Pero como no escribo más que para mí mismo, no pasa nada si se me va la mano y me dejo llevar por el cabreo. Porque motivos hay, y no será (vale, ahora me pongo algo ventajista, pero legítimamente ventajista) porque Filorugby no avisara de los peligros intrínsecos al proyecto del nefasto Stuart Lancaster, un tipo que no había entrenado a nadie en esto del rugby, al que le tocó la lotería de sustituir a Johnno, aunque sólo como interino, ya que la Federación había llegado a un pre-acuerdo con Nick Mallett. El caso es que, todavía no sé muy bien por qué (ya que, si no funcionó Mallett, se podría haber buscado alguna otra opción), Lancaster pasó de interino a oficial. Siempre ha estado discutido, porque en 4 años no ha ganado nada. Vale, sí, varias Calcutta Cup, pero sólo faltaría que no las hubiera conseguido ante la peor Escocia en décadas. El caso es que el equipo a ratos ofrecía buenos momentos, pero más por la calidad de la plantilla que por la dirección del entrenador. La victoria ante los Allblacks tuvo a un responsable supremo: Tuilagi. Lo he dicho en alguna ocasión: Inglaterra necesitaba un Schmidt para sacar rendimiento a su plantilla. Pero un tipo como Lancaster no era el adecuado de ninguna manera. Obsesionado con aumentar el nivel físico, ha dejado sin cubrir otros aspectos del juego. Para colmo, la preparación psicológica de la selección está demostrando que no existe. De acuerdo que hay mucha presión, que son anfitriones y todo lo que se quiera, pero no puede ser que los nervios te coman ante una medianía como Fidji y ante una Gales diezmada como nunca más va a estarlo en la vida. No puede ser que salvo Brown (de nuevo, el único que sigue a la altura), se vengan abajo cuando les toca pegar un puñetazo en la mesa.


        Ha sido una hecatombe lo de esta noche. Los últimos minutos han dado la medida de la incompresible psique quebradiza de esta equipo: maul a 5 metros casi con el tiempo cumplido que, en lugar de avanzar, es arrollado por la tropa galesa como si fueran peleles. Trataron de avanzar formando el maul en el mismo punto de la captura, demasiado cerca de la banda, con lo que ha sido fácil sacarlos del campo. Dos jugadas después, line out a favor, última opción para la épica, y al siempre mediocre Wigglesworth (¡increíble que este hombre esté por delante de Danny Care!) se le cae el oval de las manos... 25-28 ante una Gales en cuadro, destruida por las lesiones, que a los que ya llevaba de inicio se tuvo que sumar durante el encuentro, una batalla brutal en lo físico, dos Williams en camilla y Amos con un brazo tocado. Increíble, épico, lo de Gales pasará sin duda a la historia, pase lo que pase en este Mundial. Lo de Inglaterra también pasará, porque no tienen ni la más mínima opción de ganarle a Australia. Ninguna. Bueno, sólo una: que Brown no se resfríe y que Ben Morgan se recupere y pueda ser titular el sábado. Robshaw, otro que tal, no puede seguir como capitán (incluso un descanso en el equipo le vendría muy bien). Recordemos que lo de Robshaw con la capitanía es un poco como lo de Lancaster: fue un interino que se acabó quedando con el puesto, porque el designado de inicio para el liderazgo del equipo era Tom Wood. Nunca ha tenido autoridad ni criterio para una tarea tan importante.

    
        En cuanto al partido en sí, cabe decir que Inglaterra no lo tenía mal en la media parte, incluso a ratos jugaba bien. Pero, claro, se enfrentaba a un equipo muy tocado. Con Farrell tomando la iniciativa (es mejor placando que dirigiendo. Pero con el pie estuvo sensacional, incluso se inventó un drop), Burgess dinámico y con ganas de aportar y Ben Youngs más entonado que ante Fidji (de hecho, su lesión fue decisiva finalmente), llegó el ensayo de May tras una buena jugada de Brown y el citado Youngs. Dominaban fácilmente los scrums y en el line out cumplían sin mácula. Parecía incluso la promesa de más anotaciones, aunque sus ataques pecaban (otra rémora lancasteriana) de planos y lentos. Pero no, claro. Los últimos minutos de la primera parte ya dejaron ver por dónde iría el segundo tiempo: unos galeses con una dignidad de granito, envalentonados, lanzados al ataque porque nada tenían ya que perder. Y con un Biggar excelso con el pie. Por un momento pensé que Inglaterra debería salir a rematar el encuentro tras el receso. Y más con el escenario visitante, más propio de Little Big Horn que de Twickenham, de la imparable epidemia de lesionados en su equipo. La parafernalia era incluso sádica: tras un ataque inglés, fueron cuatro los galeses caídos. Dos tuvieron que irse inmovilizados en el cochecito, y otro con un brazo muy tocado. Parecía como si Gatland mismo tuviera que salir a defender la zamarra roja del dragón. O Gareth Thomas, que no se lo creía al final del encuentro en la sala de comentaristas de la tv inglesa (junto a unos pasmados Wilko y Sir Clive Woodward).
        Pero la clave llegó en el minuto 69. De nuevo, la cobardía lancasteriana. La cobardía que a Australia le hizo perder el bonus opfensivo ante Fidji. La cobardía que no tuvo Japón ante Sudáfrica, y he ahí su gesta. El caso: penalty a favor cerca de la marca, 22-18 en el marcador, y los anfitriones no buscan plasmar su superioridad y el desconcierto galés ante tantas adversidades. Van al tiro a palos fácil, para dejar el 25-18. Pensaban que ponían tierra de por medio y se acercaban a la victoria. Cuando lo que propiciaron, por no saber leer la dramaticidad del encuentro, fue un arreón increíble de los visitantes, que por un momento debieron sentirse más en Cardiff que en Londres, porque apabullaron a sus socios de la Unión para destruir sus líneas consiguiendo un try sensacional, aprovechando una clara superioridad por el flanco izquierdo y con un pase cruzado con el pie (Lloyd Williams) hacia los palos que acabó con pose de Gareth Davies (parecían Camberabero y Saint Andre hace 24 años). Jugaban como si fuera el último encuentro de sus vidas. De cada adversidad sacaban petróleo: no estaba Halfpenny para patear, pero Biggar fue infalible; no estaba Rhys Webb, pero Davies ensaya; se lesiona Amos, pues el tercer medio scrum (que sin la lesión de Webb no habría viajado a Inglaterra) ocupa su lugar y propicia el ensayo salvador, etc. Luego, una nueva penalización en los amontonamientos, fue cobrado por Biggar para dejar el 25-28 final. Luego sí fueron valientes, buscando el try antes que los palos, seguramente para compensar lo de 8 minutos antes (o el célebre cague de Robshaw ante los Springboks hace 3 años), pero también se equivocaron: faltaban 3 minutos, podrían haber asegurado el empate y luego buscar la victoria. Pero lo peor fue la estampa: se entregaron a la épica pero no tenían espíritu para eso, estaban anulados, lívidos. Fue el seppuku final. Fíjense lo que sucede cuando uno no sabe ganar, cuando el miedo ya ha vampirizado sus extremidades y sus almas. Pollos sin cabeza (sin entrenador ni capitán) que frustrarán las ilusiones de un país. En fin, una puta vergüenza. El sábado ante Australia será un día apocalíptico (he leído en BBC Rugby que ya usan este término) para el rugby inglés, podría ser el primer caso de anfitrión que no pasa de la fase de grupos. Una infamia.

viernes, 25 de septiembre de 2015

El extraño caso de los foráneos

        
        
        Ayer leí un link que colgó en su twitter Fermín de la Calle. Interesantísimo, ofrecía una lista completa de todos los foráneos que están jugando el Mundial. Es decir, aquellos rugbistas que nacieron fuera del país cuyo escudo ahora defienden. Hay cosas muy curiosas: Argentina, país que debe mucho a la inmigración, es el único equipo que cuenta con un 100 % de autoctonía. O Italia, siempre criticada por su captación de jugadores de otros lares (sobre todo argentinos), pero que no está en los primeros puestos de la lista. Samoa anda a la cabeza, con 13 jugadores, nada menos (de 31, casi la mitad), y le sigue Tonga, con 12. Lo chocante, al menos para mí, es que Gales ocupe el tercer puesto con nada menos que 12 foráneos, ¡de los cuales 9 nacieron en Inglaterra! Y eso que no consiguieron captar en su momento a Ben Morgan, nacido en Bristol pero que debutó con los Scarlets. Son nacidos en la Perfecta Albión North, Cuthbert, Lydiate o Chateris. Al final creo que lo sensato sería que mañana sonara dos veces seguidas el God save the Queen...
        Después de esta pequeña maldad, vamos a por la segunda: no suele hablarse demasiado de que la selección que ha sacado petróleo del enrolamiento de foráneos ha sido Nueva Zelanda. En este Mundial sólo presenta a 5 jugadores de origen externo, pero habitualmente se ha beneficiado claramente de la calidad de determinadas figuras polinesias. Recordemos que el fallecido Jerry Collins era samoano, igual que el gran fullback Mils Muliaina, el flanker Rodney So'oialo o el centro Alama Ieremia; como fidjianos eran los alas (y 'primos') Rokocoko y Sivivatu, o tonganos el centro Pita Alatini y el flanker Sione Lauaki. Ahora cuentan con el fidjiano Naholo, el tongano Fekitoa y el samoano Kaino (junto a los australianos Kerr-Barlow y Ben Franks). Es cierto que de esa capacidad de apropiación también se han beneficiado Samoa o Fidji, pero, ¡ojo!, sólo a nivel numérico, porque a los descendientes de sus países que nacieron en Nueva Zelanda únicamente les llegan los de segundo nivel. La parte cualitativa del asunto beneficia descaradamente a los All Blacks, porque pescan todo lo de gran nivel que pulula por Polinesia, y sólo les deja aquello que no les ha servido para su equipo. Es una ventaja muy grande que, en parte, puede explicar el dominio absoluto de los All Blacks las dos últimas décadas. Ya antes se puede decir que estaban por encima del resto, pero lo de ahora, convertidos en el referente supremo de este deporte en el mundo, es abrumador. Sin duda esta circunstancia ha supuesto la rémora definitiva que ha impedido a Samoa, Fidji y Tonga elevarse a un nivel más o menos parejo con los tres gigantes del sur.
        Imaginemos que el mismo modus operandi lo hubiera llevado a la práctica Inglaterra. Visualicemos a un 15 de la rosa en la época de Wilkinson, Robinson, Dallaglio, Johnno, etc., reforzado por Shane Williams, Brian O'Driscoll, Ronan O'Gara, Chris Paterson, Martyn Williams, Stephen Jones, etc. O sea, los British & Irish Lions. Habrían llegado sin duda incluso más lejos que los All Blacks. Imaginemos ahora a Inglaterra en este Mundial reforzada con Warburton, Halfpenny (si no se hubiera lesionado), Hogg, North, Bowe, O'Brien, Sexton, Ford, etc. Y que, como sucede con el caso polinesio, luego Irlanda, Escocia y Gales se tuvieran que conformar con recibir las sobras del superequipazo inglés.
        Como colofón, decir que dos de estos numerosos foráneos son de origen español: el irlandés Jordi Murphy (nacido en Barcelona y cuya hermana, Anna-livia, vive en Menorca) y el escocés Sam Hidalgo-Clyne (en Granada).

jueves, 24 de septiembre de 2015

Catenaccio escocés y Wallabies miedosos

       


        Todavía no he podido ver ninguno de los dos partidos de Francia. Pero sí vi los dos primeros encuentros de ayer. Es curioso, tras la paliza caledonia, me quedo con que no me gustó Escocia y sí Japón. El handicap era demasiado opresivo para los nipones: en rugby sólo 3 días de descanso equivalen a que los fungolistas jueguen dos partidos en menos de 24 horas. No tiene defensa lo que le ha perpetrado el calendario a Japón, y más tras el descomunal desgaste del sábado. Los escoceses se limitaron a racanear todo lo que pudieron, aguantando atrás las dinámicas acometidas niponas, que no alcanzaban el try (salvo en el maul de su único ensayo) porque el cansancio perjudicaba claramente la precisión de su juego a la mano. Los caledonios, cuchara de madera del último VI Naciones (perdieron incluso con Italia en Murrayfield), aprovecharon el derrumbe definitivo de sus rivales en la segunda parte para destruirlos sin piedad. Ellos sí llegaban al 100 % al encuentro. Catenaccio efectivo, no veía nada igual desde el último año del inenarrable Lièvremont con Francia. Al final, Cotter trató de moderar su euforia, lógico. Nadie se engorgullece de ganarle una carrera a un lisiado.

        Por parte de Australia, debo decir que me alegra el regreso triunfal de David Pocock, un flanker sublime que ha sido perjudicado mucho tiempo por las lesiones. En sus nuevas funciones de 8, consiguió 2 de los 3 ensayos wallabies dirigiendo buenos mauls. Pero justo cuando parecía que Australia iba a destrozar a los fidjianos, estos tiraron de talento para poner en aprietos a su rival. Tras el ensayo de Volavola, les temblaron las piernas a los de Cheika. Con penalty a favor, no buscaron el line out para conseguir su cuarto ensayo (el que daba un tal vez decisivo bonus ofensivo), sino que miraron de asegurar la victoria (¡temían que los polinesios les metieran 2 ensayos en 10 minutos!) con un fácil tiro a palos de Foley.

martes, 22 de septiembre de 2015

Vudú galés y la maldición de Jake White

       


        En Baleares estos días la Policía Nacional ha desactivado una organización que prostituía a mujeres utilizando el vudú como método coactivo. Imagino que a medida que avance la investigación nos encontraremos con que alguno de los implicados ha utilizado sus artes para el vudú también para destruir a la selección galesa de rugby. Si no es por eso, no me explico la epidemia de lesiones que los dejará en cuadro para el decisivo duelo contra Inglaterra en Twickenham este sábado (es curioso, este derby apasionante no puede disputarse en cricket, porque Gales e Inglaterra juegan juntos, bajo el nombre de Inglaterra pero llamándose la federación England and Wales Cricket Board, ECB). Ya llegaban tocados por bajas muy sensibles, sobre todo las de Halfpenny y Jonathan Davies, también el medio scrum Rhys Webb. Pero tras la primera jornada, y eso que tenía enfrente un rival muy endeble, el asunto ha ido a más. A mucho más. Hasta el punto de que la estrella del encuentro, el centro Cory Allen, se lesionó para todo el torneo tras conseguir su hat trick. Antes había caído Liam Williams, y al final del partido se sumaron Samson Lee, Paul James, Dan Lydiate y Aaron Jarvis. Parece que algunos se han ido recuperando, pero la dinámica es como para volverse neurótico.
        Los ingleses en cambio sólo llegan al encuentro con la duda de Joseph. De todas formas, incluso con un 50 % de suplentes Gales tendrá sus opciones. Porque tiene mucha calidad (ahí están Warburton, North, Roberts), y también porque si los locales no consiguen superar la pájara del viernes se les pondrá la victoria muy cuesta arriba. Tengo esperanzas de que entre en el 15 titular Burgess, un centro mucho más dinámico y agresivo que Barritt, pero nunca se sabe con Lancaster.
        Y si Gales está sometido a una maldición de vudú, los Springboks tal para cual, pues confirman su octavo año de penurias tras el cese (en realidad no le renovaron, pero en las formas todo se asemejó mucho a un cese) de Jake White tras el Mundial 2007. Venía de ganarlo brillantemente, el primer mundial limpio del equipo (ya sabemos qué se coció en el estómago de los All Blacks en 1995...), pero no se ceñía a las políticas raciales de 'discriminación positiva' (¿por qué no se quiere aplicar también al fútbol, pero en sentido opuesto, ya que apenas hay blancos en los Bafana Bafana?). De Peter de Villiers ya casi nos hemos olvidado, pero fue una auténtica tortura de personaje: vale que se llevó la gira de los Lions en 2009, junto al Tri Nations de ese verano (ojo, hay truco: Dan Carter estuvo lesionado ese año), pero siempre he pensado que esos éxitos se dieron a pesar de PdV, porque los artífices del mismo (los dos Steyn, Brüssow y Fourie) eran suplentes al inicio del año, y sólo llegaron a ser titulares por providenciales lesiones de sus compañeros. PdV quería entronizar al mediocre Earl Rose, y a otras medianías como Jacobs o Jantjes, y al final se cargó a una gran generación con su desastrosa dirección. Ingenuamente pensé que su sustituto, Heynecke Meyer, iba a conseguir cambiar las cosas y regresar a la senda de White. Al principio se vieron detalles positivos. Pero siempre se ha estado un escalón (o dos) por debajo de los All Blacks. Meyer ha vuelto locos a los jugadores con selecciones muy discutibles, ausencias incomprensibles (en este mundial, Frans Steyn, Brüssow, Marcel Coetzee, Spies, Hougaard, etc.), y no ha sabido darles la consistencia que su talento exigía. Para mí, el equipo potencialmente es el único del mundo que puede discutirle a los neocelandeses el liderazgo mundial. Pero pueden acabar este Mundial descalabrados como nunca lo habían sido. Ya fueron humillados el sábado por una pujante Japón, un maravilloso ejemplo de valentía rugbística (buscar el try cuando tenían asegurado el empate a 32 con un tiro a palos chupado) del que deberían aprender Robshaw y Lancaster. Pero ante Samoa esta semana se lo juegan todo. La debacle puede ser estrepitosa (de momento ya han bajado hasta la posición 6 del ranking mundial). Aunque, quién sabe. Recordemos la hecatombe inglesa en su primer partido del Mundial 2007, y sin embargo luego llegaron a la final. O lo que sucedió en 2010 en ese circo llamado fungol, con España perdiendo de inicio con Suiza, para después ganar su primer Mundial (parece que los sudafricanos ya han pensado en este caso). Tocar fondo a veces propulsa hacia arriba. Pero en el caso de los Bokke, creo que va a ser que no. ¡Heynecke, vete ya!

sábado, 19 de septiembre de 2015

Amago de maracanazo en Twickenham

     
        Quien no haya visto aún el partido y se fije sólo en el resultado, un claro 35-11 para los locales (con bonus point por el cuarto ensayo conseguido in extremis, tras varias repeticiones en el TMO, protagonista de la noche), creerá que me drogo habitualmente por titular así esta entrada. Pero, como sucede a veces, el marcador final es engañoso, porque la banda loca de fidjianos estuvo a punto de profanar el templo del rugby en un partido desquiciado y mediocre. A mediados de la segunda parte, una patada de Nadolo ponía el encuentro 18-11 (y eso que los polinesios habían fallado mucho con el pie), con el canguelo extendido en la escuadra inglesa. Minuto 67. No sé si fueron los nervios del partido inaugural en casa, con muchas expectativas generadas y con el mundo sobre sus cabezas, o que los de Lancaster vuelven a fallar en el momento de la verdad, reeditando su histórico desmorone de Cardiff en el partido final del VI Naciones 2013, pero el caso es que Inglaterra dio pena, desplegando un juego sin voluntad ni criterio, plagado de errores (perdí la cuenta de los rucks regalados), y que ante un rival de más nivel que los polinesios habrían salido muy escaldados. El problema de Fidji es el de siempre: su falta de concentración y ambición. El partido estuvo a punto de decantarse históricamente en su favor, en un amago de maracanazo que se vislumbraba en los rostros de todos los ingleses (jugadores, entrenadores y público), y que sólo se frustró por el escaso convencimiento polinesio y por el arreón de varios jugadores ingleses (Billy Vunipola, Burgess, May) dirigidos por el único que afrontó el encuentro con su espíritu de beligerancia habitual, el gran Mike Brown, elegido obviamente Man of the Match.
        Desde el primer momento quedó claro que los locales entraban en el partido intimidados. No se les veía conectados, y el juego que desplegaron brillantemente ante Irlanda, hace 13 días en el mismo escenario, no aparecía por ninguna parte. Ataques planos por el centro, sin capacidad de utilizar mortíferamente a sus alas, movimientos robóticos, etc. Youngs no dirigía y Ford quedó en evidencia; es un jugador con gran talento, pero fue superado por las circunstancias. Su sustituto, Farrell, al menos demostró coraje y firmeza. La pareja de centros Barritt-Joseph no funcionó en ningún momento, y sólo los backs por su cuenta intentaban alguna cosa, pero sin escasa convicción. Para colmo, el equipo sufrió en el set piece, con scrums ganados por los fidjianos (¡3 de ellos con introducción inglesa!) e incluso algún line out birlado. Un desastre. Por parte de los visitantes, Matawalu demostró su talento en una jugada (similar a la que le permitió conseguir un try hace 3 años en el mismo estadio) en la que dejó en evidencia a May y demás defensores, quedándose sin ensayo porque la mano milagrosa de Brown raspó el oval lo justo para que se le escapara al polinesio. Parecían regresar las cosas a su cauce, con scrum a 5 metros para los locales, pero se llevaron la bola los visitantes, y el garryowen de Volavola lo capturó el bestial Nadolo para conseguir el único ensayo de su equipo.
        Sin duda, las cosas tenían que cambiar para Inglaterra en la segunda parte, aunque fuera por inercia. Pero no, al contrario. La misma inoperancia, idéntica falta de convicción, menos posesión de lo que sería esperable ante este rival. En un partido así, Australia los habría destruido y arrasado. Incluso la Gales renqueante que les espera en 8 días. Los fidjianos no se lo acabaron de creer (su entrenador resoplaba tras el 18-11) y no apretaron cuando el rival estaba herido. Sus errores y la falta de profundidad también fueron un handicap grave. Además, los locales se vieron beneficiados por los cambios, con los superfísicos Sam Burgess y Billy Vunipola al mando, cuyo empuje muscular permitió al final arreglar el marcador y alcanzar un bonus point que puede ser muy importante en la clasificación final. Pero ni así se pudieron cerrar los serios interrogantes que Inglaterra deja abiertos tras este primer partido del Mundial. La ventaja es que el resultado ha sido espléndido teniendo en cuenta el espanto de partido perpetrado, y si el alivio final acaba borrando los nervios de ahora en adelante, se pueden hacer cosas. En cambio, idéntica prestació ante Gales y Australia los dejará fuera en la fase de grupos.
        De cara al sábado frente a Gales, que ganó en Twickenham hace 3 años, varios cambios del equipo inicial de hoy se me ocurren. Me sabe muy mal decirlo, porque Morgan es mi jugador fetiche de este equipo, pero el de Bristol no está todavía recuperado al 100 % de su grave lesión (se rompió una pierna justo antes del último VI Naciones), de manera que Vunipola podría jugar de inicio ante los vecinos de la Unión. Otro que sería un candidato a entrar es Burgess en lugar de Barritt, al que tampoco veo del todo fino tras arrastrar una lesión que le dejó fuera del equipo este año; Burgess tiene mucho más brío y supo acompañar varios breaks de Brown dentro de las líneas enemigas, además de mostrar algún interesante offload. Farrell por Ford podría ser otra opción a tener en cuenta, o Mako por Marler. En cambio, a Brown, que corrió 172 metros con el oval, placó a 9 rivales y cinsiguió 4 breaks, hay que mimarlo como si fuera la mismísima Reina Isabel.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Hope for England

     
        Para ir preparando la inauguración, en poco más de dos días, dejo este emotivo video sobre la Perfecta Albión.

        Por cierto, alineación confirmada ante los fidjianos, previsible.


sábado, 12 de septiembre de 2015

Preparación inglesa

         


        Como decíamos ayer... Hace cuatro años abandoné este blog, fruto de cierto ataque de gula rugbística que me dejó sin ganas para ir comentando la actualidad (seguirla la he seguido, sobre todo los VI Naciones; de hecho, me tomé una breve resurrección en el torneo del año 2012). También tuvo que ver un claro cansancio ante determinadas actitudes en el mundo del rugby que vulneran claramente su ethos histórico, e incluso algunos problemas personales que no vienen al caso. Pero comprenderán que un anglófilo de pro como un servidor no podía quedarse de brazos cruzados ante un Mundial disputado nada menos que ¡en la mismísima Perfecta Albión!
        Así que aquí estamos, a sólo seis días para el inicio del campeonato (Inglaterra-Fidji en Twickenham), repasando un poco la chance de los anfitriones. Vaya por delante que sigo poniéndole pegas al trabajo de Lancaster. Es cierto que el equipo en los dos últimos años no ha tenido suerte (derrota injusta e increíble en París hace dos años, junto a la de Dublín de este año por un único error de Goode), pero aprecio que falta aquello que a entrenadores como Joe Schmidt les sobra: multiplicar el talento, un plus, hacer que sus jugadores den más de lo esperado. Inglaterra tiene un plantillón, pero no acaba de finiquitar los torneos. Mientras, Irlanda ha perdido a sus mejores jugadores, un ramilllete soberbio (BOD, O'Gara, D'Arcy, O'Callaghan, Flannery, Hayes, Horan, Ferris, Stringer, Horgan, Murphy, Dempsey, Wallace, Leamy, etc.), pero están en mejor forma que nunca, dando el callo cuando toca para aumentar su palmarés. Lancaster ha mostrado un criterio en exceso errático con las convocatorias y, de hecho, hay demasiados titulares que llevan escaso rodaje con el quince de la rosa. Otros en los que confió de inicio (Burrell, Twelvetrees), se han ido quedando fuera.
        En cuanto a los ingleses en sí, destacar de los 3 warm-ups realizados (dos ante Francia, en casa y fuera, y uno en Twickenham ante los irlandeses; las dos victorias en casa), el tranquilizador regreso de Parling (no me gusta Kruis, que le birló la convocatoria de forma injusta a Attwood, y no me acaba de convencer Launchbury. Lawes es intocable) y una mayor precisión de Tom Youngs en el line out, desastroso en París pero inexpugnable en el último encuentro. También se mejoró mucho en el scrum, y eso que es baja el gran Corbisiero. Morgan, mi protegido (igual que en cricket este privilegio lo ostenta el wicketkeeper de Lancashire Jos Buttler), está cogiendo de nuevo la forma tras su lesión y eso se nota. No se ha valorado la influencia descomunal que tiene el de Bristol en el juego inglés, pero ya lo digo yo: es la clave de este equipo. Sin él, falla algo decisivo, y desde luego no es Billy Vunipola, salvo que Lancaster se vuelva loco (hay muchas probabilidades de eso), el que vaya a resolver la papeleta.
        En la zona de medios, me sabe mal que haya quedado descartado Cipriani, que volvía a ser, de alguna forma, el talento de su inicio de carrera (try buenísimo en París), pero Lancaster ha preferido al insípido Farrell y, lo que es mucho peor, a Goode. Pero Ford y Ben Youngs son dos genios. El problema es que son muy irregulares (y les falta rodaje juntos), pero si tienen feeling durante el torneo se llegará lejos. Por si acaso, ahí está 'Caballo Loco' Care para darle la vuelta con su brío a los partidos que se pongan en contra de inicio.
        En los centros, polémica: han quedado fuera tipos tan talentosos como Burrell y Twelvetrees en beneficio del casi desconocido Slade (Exeter) y de una fiera, Sam Burgess, que lleva muy pocos partidos todavía en rugby union, y no digamos ya con la selección (2 caps, ambos amistosos). Sin el camorrista Tuilagi, la figura de Burgess cobra mucha importancia, pues es un centro durísimo, una roca, pero le falta todavía rodaje, sin duda. El fijo ahí es Jonathan Joseph, que desde su gran eclosión en el último VI Naciones sigue en muy buena forma, y espero que en un par de partidos el bestial Burgess le quite el puesto a Barritt para formar una pareja de centros de gran nivel.
        Pero la que ahora mismo está mostrando un nivel casi perfecto, digno de los Allblacks, es la línea de backs. Mike Brown es para mí el mejor fullback del mundo, así de claro lo digo. Es una fiera, encara todos los garryowen con enorme fiabilidad, placa con fuerza, ataca con vigor y criterio, lidera a sus compañeros. Lo tiene todo (es increíble que Lancaster lo haya tenido años arrinconado en una ala. Por no hablar de Johnno, que ni lo llamaba, como a Robshaw y Morgan). La pega es que no puede resfriarse porque su sustituto, en una nefasta decisión de Lancaster, es la damisela Alex Goode, responsable de la derrota en Dublín (se dejó comer la tostada por Henshaw, en una acción indigna de un jugador de rugby) que significó quedarse un año más sin VI Naciones. A los lados, ojo con Anthony Watson (como Burgess, Ford y Joseph, de Bath), que sólo tiene 21 años y cuenta con unos recursos inagotables. Puede ser la sorpresa del torneo, a mí desde luego me encanta: muy escurridizo, rápido como un guepardo y finaliza con mucha clase, como se pudo ver en Londres ante los franceses. Por su parte, Jonny May también está sacando provecho a sus grandes condiciones físicas de ala alto y fuerte.
        La condición local de los ingleses en el torneo debería ser decisiva. Twickenham, el templo del rugby, empuja mucho (últimamente varios ex-internacionales galeses comparaban su atmósfera con la del Millenium de Cardiff), pero además hay que recordar que Inglaterra lleva 7 victorias seguidas en su estadio. La pega es que Australia y Gales, que vencieron en Londres en 2012, son rivales de grupo...
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