lunes, 6 de septiembre de 2010
Tri Nations 2010. Octavo asalto: los Wallabies rompen el maleficio del Highveld
Partidazo (39-41) el disputado en el Bloemfontein Free State Stadium (también conocido como Vodacom Park), con victoria visitante ya decidida en el tiempo extra, gracias a un lejano y escorado tiro a palos de Kurtley Beale, un tipo que se ha ganado la titularidad con su selección. Australia rompe así, tras casi 5 décadas de sufrimiento, la maldición que impedía cualquier victoria en las ciudades sudafricanas de mayor altitud (como Johannesburgo y Bloemfontein). En cuanto a los locales, último partido de los Springboks en el torneo (ya sólo falta el Australia-Nueva Zelanda de la semana que viene) y dolorosa vuelta a la realidad. La victoria del Loftus Versfeld ya ha perdido sus virtudes escamoteadoras; el bagaje final es desolador, una única victoria es el saldo de Sudáfrica en un torneo en cuya edición anterior vencieron claramente a sus rivales (una victoria por cinco derrotas este año, y exactamente lo opuesto el 2009). Varios jugadores fundidos (Smit y Matfield necesitan un descanso este noviembre), la mayoría confundidos (especialmente Habana, que lleva desde el Mundial 2007 sesteando en los laureles), nada menos que 22 ensayos encajados durante el torneo, sólo 6 victorias en 13 partidos desde el final del Tri Nations 2009 (y eso que 3 de estas victorias fueron ante la débil Italia) y, en consecuencia, Peter de Villiers en la cuerda floja justo a un año del mundial (por cierto, el último desmadre verbal del seleccionador consistió esta semana en decir que los Boks apoyan "al 100 %" a Bees Roux, prop de los Blue Bulls que ha sido acusado de asesinar a un policía...). Durante el encuentro, PdV volvió a dar muestras de estar muy nervioso, pues la paliza inicial que recibía su equipo provocó que desapareciera de la 'pecera' donde están los entrenadores durante muchos minutos. Luego regresó, aunque de pie, gesticulando y moviéndose sin parar. Por contra, Robbie Deans apenas se inmutó en la derrota ni tampoco en la victoria.
El partido siguió los mismos capítulos que la entrega de la semana pasada, y sólo cambió el guión al final, con un desenlace tenso y emocionante; cuando los locales parecían tener amarrada la victoria, perdiendo tiempo con posesión favorable para llegar al minuto 80, una estúpida penalización (del insípido Van der Merwe) permitió a Beale darle la vuelta al partido y romper agónicamente el maleficio. De nuevo, el arranque australiano fue tremendo, aunque en este caso se debió más a aciertos propios que a deméritos rivales (aunque el error de Smit y Matfield en el line out que propició el segundo ensayo es impropio de jugadores de su calidad). La defensa Springbok estuvo mal, pero no tanto como siete días atrás, aunque los ataques de Beale, O'Connor, Giteau y Elsom devastaron las líneas locales para dejar un vergonzoso 6-31 a los 25 minutos de juego (de nuevo, como en Pretoria, abucheos en el estadio). Pánico, confusión, y los Springboks, otra vez, al borde del desastre más absoluto. Pero, otra vez también, acabaron revolviéndose con una furia tremenda, la que los llevó a conseguir un parcial de ¡27-0! para ponerse por delante (33-31) en el ecuador de la segunda mitad.
Lo de Sudáfrica es realmente curioso. Sus jugadores se comportan como si tardaran unos 20 minutos en desprogramarse de las seguramente confusas instrucciones que reciben de su entrenador antes del partido, para iniciar un nuevo encuentro a partir de criterios propios. Que falla el sistema de juego parece claro, aunque no la pasión de los jugadores por defender su camiseta; la consecuencia es que los partidos del equipo son un vaivén desquiciante entre estos dos elementos. Porque de repente, cuando están al borde del precipicio, sucede que se centran, cierran las líneas, cargan con fiereza en los rucks (donde Steenkamp es el rey), ganan todos los line outs, buscan el oval, Hougaard vuelve a entonarse (siempre lo hace en momentos de locura), Morné despliega su infalibilidad con el pie, combinan con acierto, etc. Ahí es cuando demuestran que son un grupo de jugadores fabulosos (por algo dos equipos sudafricanos han dominado este año el Super 14, y el 80 % del equipo procede precisamente de Bulls y Stormers). En Bloemfontein volvió a repetirse la misma historia, con un inicio de segunda parte fortísimo (la posesión llegó a estar al 90 % en propiedad bokke) que avasalló a unos Wallabies que también volvían a caer en los mismos errores, en su caso regalar un partido que ganaban ampliamente. Deans tiene que corregir varios aspectos del juego, pero sobre todo esa mentalidad temerosa que lleva a los australianos a no saber cerrar los encuentros.
Pero Australia aguantó, se notó que Quade Cooper comienza a asentarse como apertura titular, que Beale jugando como zaguero es una pieza indispensable en este equipo, y que el desplazamiento de Giteau a primer centro también resuelve muchas cosas. Pocock siguió en su nivel estratosférico (para un servidor, ahora mismo es el mejor flanker del mundo), disfrazándose de Brüssow en los rucks (robó innumerables balones), y con el O'Connor más entonado del torneo. Lo dicho: Deans tiene mimbres, pero faltan algunos ajustes y sobre todo mentalidad de campeón (bueno, y también recuperar a lesionados importantes como Palu, Mortlock, Horwill, Ioane y Alexander).
Decía que la repetición del guión de la semana anterior sólo fue trastocada en los minutos finales, cuando todo parecía indicar que los Wallabies volvían a caer víctimas de su inconsistencia psicológica. Con 36-31, el sin bin a Faingaa (el hooker, que ha sido, junto a Richard Brown, el peor jugador australiano durante el torneo) parecía sellar la fatalidad, pero entonces apareció Berrick Barnes quien con un pase interior, que sorprendió a la defensa local, habilitó a Mitchell para un ensayo brillante. 36-38 en el marcador a falta de un par de minutos. Sin embargo, todavía les quedaba un cartucho a los sudafricanos, y un perfecto Morné Steyn (9 de 9 en tiros a palos) transformaba con estilo majestuoso un nuevo penalty para dejar casi sentenciado el encuentro, 39-38, a falta de sólo dos minutos para el final. Pero luego llegó el milagro de Beale seguido de una incógnita: ¿Habrá cambiado, tras finiquitar la maldición, la dinámica de los Wallabies o seguirán fracasando justo en el momento en que parecen asentarse como un equipo campeón? Ante Nueva Zelanda en Sydney, el próximo sábado, tal vez podremos resolver las incógnitas.
PS: a pesar de los rumores y en contra de lo que dictaría un mínimo sentido común, el presidente de la SARU, Oregan Hoskins, mantiene en su puesto a PdV. Buenísima noticia para Australia, Nueva Zelanda y cualquier otro rival que se tropiece en adelante con los Springboks.
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