viernes, 10 de septiembre de 2010
El entrenador accidental: Martin Johnson y Peter de Villiers
Llevo mucho tiempo sin entender la obcecación que lleva a los dirigentes de sus respectivas federaciones a mantener a determinados tipos en un banquillo, viendo la cantidad de problemas que generan o la falta de resultados deportivos obtenidos. Me refiero básicamente a dos casos: Martin Johnson en Inglaterra y Peter de Villiers en Sudáfrica. Es cierto que al menos el sudafricano ganó el Tri Nations 2009, aunque viendo lo sucedido este año, y también lo que pasó el 2008, parece que fue algo insólito producido por la 'autogestión' de los pesos pesados del vestuario Bok.
El caso es que tanto Inglaterra como Sudáfrica tienen, a mi juicio, los mejores equipos posibles de sus respectivos hemisferios. Todas sus líneas están fuertemente cubiertas, con muchas posibilidades factibles para cada puesto. Sin embargo, este altísimo nivel no se está traduciendo en éxitos deportivos ni en mantener una línea estable de juego. Además, ambos equipos también coinciden en algo menos positivo: tienen unos entrenadores desastrosos que son incapaces de sacarle a sus jugadores el rendimiento que deberían poder ofrecer. También tienen los dos entrenadores más maleducados que hay en el mundo oval. Lo más destacado, en sentido negativo, de su gestión deportiva es el criterio que utilizan a la hora de llamar jugadores. Tienden ambos a llamar a jugadores totalmente inadecuados, y a rectificar su decisión, convocando a otro más fiable, ya sin margen de tiempo (el caso de Foden en Inglaterra, al que sólo llama Johnno al final del VI Naciones) o cuando este viene del descanso veraniego o padece alguna lesión (caso de Frans Steyn en Sudáfrica). Hay muchos más casos que sostienen esta teoría.
Los dirigentes deportivos de Inglaterra y Sudáfrica parecen empeñados en que estos dos entrenadores manifiestamente mejorables (en sus respectivos países hay 5 o 6 entrenadores que podrían realizar su tarea con más eficiencia) dirijan hasta el mundial 2011 sus escuadras nacionales. Yo sigo sin entender los motivos de tanta obcecación suicida.
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