domingo, 22 de agosto de 2010

Tri Nations 2010. Sexto asalto: funeral Bokke en el Soccer City



Que el mejor partido que se puede jugar a nivel de selecciones nacionales se acabe disputando en un estadio que se llama nada menos que Soccer City tenía que provocar los fenómenos extraños que esta pasada tarde se han podido ver en Johannesburgo (incluyendo un espectacular percance del árbitro Nigel Owens, que sobrevivió a un bestial atropello de Burger tras ser arrojado alevosamente a la picadora por Juan Smith). Ni apelando al orgullo de tratar de escapar al rosco (3-0) frente a los All Blacks o aprovechando la circunstancia del centenar de caps del Gran Capitán Smit, han podido enderezar los Springboks la trayectoria desastrosa de este 2010 terrible. Nueva derrota, sólo un miserable puntito, y la evidencia de que se deben tomar decisiones al final del torneo, que para los sudafricanos será en dos semanas. Para Nueva Zelanda, lo que nos tiene acostumbrados: nuevo título del Tri Nations, torneo que parece haberse inventado para ellos, aun jugando su peor partido de la temporada.

Lo curioso es que el partido no comenzó mal para los locales, que se comieron de inicio a los neocelandeses con una presión tremenda. La fiereza placadora de los verdes (en la que incluso se implicó la 'pulga' Aplon, que fue capaz de reducir a Muliaina, 20 kg más pesado) y la intensidad de sus acciones (con un revolucionado De Jongh a la cabeza) disparó las ilusiones de una afición últimamente maltratada. Bajo la buena dirección de Hougaard (no es Du Preez, pero mejora ostensiblemente a Januarie), que fue todo descaro, un scrum poderoso y unos flankers omnipresentes, los locales se escaparon en el marcador con el ensayo de Burger. Pero como suele suceder con Nueva Zelanda, toda posibilidad de vencerles se puede convertir en un espejismo en sólo un segundo. Son tan buenos que incluso en sus peores versiones (y ayer jugaron un partido muy flojo, sobre todo en la primera parte) son capaces de derrotar a cualquiera. Dominados durante los primeros 40 minutos, sin embargo se sacaron de la manga una rapidísima combinación para que Donnelly habilitara el ensayo de Woodcock que dejaba las cosas 16-14 al descanso. Poca ventaja para los locales, visto lo visto sobre el terreno de juego.

Pero en la segunda parte se volvió a la cruda realidad, y es que los Springboks carecen de recursos hoy en día, con tantas bajas y padeciendo una dirección técnica lamentable, para ser un rival serio de los All Blacks. El 2011 puede ser muy diferente (una vez recuperados Du Preez, Brüssow, Frans Steyn, Bismarck Du Plessis, Mtawarira, Bakkies Botha, etc.), pero a día de hoy la situación es pésima y complicada. Bastaba echarle un vistazo a la actitud de los entrenadores en sus 'peceras' (Henry tranquilote, De Villiers y Gold histéricos) para darse cuenta de quien es el que tiene la soga al cuello. Con Carter y Muliaina espesos, el cambio de Weepu por Cowan permitió, una vez más, ver una mejor versión de los neocelandeses, aunque tampoco fue ninguna maravilla, pues sin la ayudita arbitral (el ensayo de McCaw es discutible, pero no lo es el pase adelantado clarísimo que da inicio a la jugada decisiva del encuentro) no se habrían llevado la victoria. Pero en justicia la segunda parte fue para los visitantes, que dominaron posesión y territorio ante unos Springboks que se desfondaron física y anímicamente en la parte final. La victoria local peligraba a medida que nos acercábamos al minuto 80, pero el desenlace fue cruel para ellos, pues el ensayo de McCaw (no transformado por un errático Carter que, sin embargo, acabó superando a Wilkinson como máximo anotador mundial, dejando la nueva marca en 1113 puntos) que empataba el partido provocó una estampida atacante de los verdes que buscaba la redención, un ensayo o un drop goal que deshiciera las tablas, pero sin embargo lo que sobrevino fue un vertiginoso contraataque de los All Blacks dirigido por Nonu y finalizado por el prometedor Dagg que dejaba el 22-29 en el marcador para desgracia de los 94.000 espectadores congregados en el estadio. Las lágrimas de la familia de John Smit, unida a la decepción del capitán (elegantemente consolado por varios All Blacks), fueron la estampa más definitoria del estado en que se encuentra la selección sudafricana a día de hoy: derrumbada y al borde mismo del colapso. Ver a los vigentes campeones del Mundo (y hasta ayer también del Tri Nations) hundidos en la tabla con un solo punto provoca sensaciones poco edificantes.

2 comentarios:

  1. Fantástico Horrach, me guardo tu blog para consultarlo, da gusto leer en castellano crónicas de nivel....
    Pilier23

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  2. Muchas gracias, Pilier23, es usted muy amable. Ya sabe que puede entrar y colaborar en este blog con sus comentarios tanto como desee.

    saludos

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