domingo, 4 de octubre de 2015

La gran (y previsible) debacle lancasteriana

       

        Llegó un momento en la noche de ayer sábado en la que competían entre sí dos impulsos que no podían unificarse: tener razón o que gane Inglaterra. Al final tuve razón, y eso siempre reconforta, pero tira más abajo ver a la Perfecta hacer historia, en el mal sentido de la palabra, como el peor anfitrión que ha existido nunca en los mundiales. Por supuesto, lo mejor era que pasara lo que pasó: se lo dije a mis amigos Sergi y Nando, que me acompañaban en el pub Hogan's de Palma, que lo mejor era que el último ataque de Inglaterra que podría haber maquillado el marcador se frustrara en favor de un contraataque australiano que fijara claramente en el marcador la dimensión de la debacle. Si hubieran anotado los locales en el último ataque se habría cumplido lo que siempre ha sucedido con Lancaster estos últimos nefastos cuatro años: derrota digna y quedarse justo en la orilla. Esa situación de no ganar pero quedarse al borde es el engaño que ha propiciado la continuidad de este individuo siniestro en el banquillo de Inglaterra. No se ha ganado ni uno solo de los últimos cuatro VI Naciones, pero siempre se quedó segundo: fracaso, pero diluido por haber luchado hasta el final por el título. La Federación pensó que eso significaba un progreso (incluso otra calamidad como entrenador, como Johnno, al menos ganó un VI Naciones), y que el proyecto del Interino Usurpador podía acabar dando el do de pecho en el Mundial. Engañarse al final implica estas cosas: que despiertas en el peor momento posible, cuando ya no hay margen. Por tanto, la calamidad ha caído sobre Inglaterra con todo merecimiento teniendo en cuenta quién ha estado al mando (Lancaster y Federación). Por cierto, hay gente todavía más mediocre: como el mentecato que eligió como Man of the match, no se lo pierdan, al sosainas Launchbury, que jugó mal y además perdió, olvidándose de un tipo, como Foley, que gana el partido y consigue 2 tries (28 puntazos en total!). O de Pocock, inmenso en los rucks, este tipo es el mejor flanker del mundo.
        El otro día enumeré varias condiciones sine qua non para que tuvieran alguna opción los locales. No se dio ni una, por supuesto, pero es que encima falló, y de forma estrepitosa desde el mismo inicio, la que había sido roca del equipo todo este 2015: Mike Brown. Ha hecho un año espectacular, pero ayer disputó el peor partido de su vida. Calamitoso. Dos errores suyos al principio propiciaron los 10 primeros puntos australianos, pasillo abierto ya hacia la debacle inevitable. Ya sea por nervios, o por aceleración, primero pisó la línea de fondo y después un knock on estúpido, de manera que el jugador más fiable se sumaba al festival de la mediocridad (luego siguió pifiándola dejando sin placar a un imperial Foley que se había colado entre Youngs y Launchbury). Visto lo visto, sólo quedaba esperar que la paliza no fuera demasiado sangrante. Sin embargo, aprovechando la salida de un inestable Phipps, llegó el ensayo de Watson (no es de los suyos: suele ganar la línea por rapidez y condición escurridiza, pero esta vez tiró de potencia). Inglaterra quedaba sólo a 7 puntos de la salvación. Parecía increíble que, vista la debacle y el penoso juego desplegado, más propio de amateurs negados que de profesionales, se pudiera remontar. Otros habrían aprovechado la ocasión. Pero no esta Inglaterra lancasteriana, la antítesis de un equipo ganador. Volvieron a fallar, de nuevo, y llegó entonces la sentencia de Giteau, por cierto en una llegada muy al estilo Ashton, aunque imagino que pocos lo criticaran por ello (en España el odio a la 'Pérfida' suele hacernos perder la ecuanimidad). Casi prefiero haber perdido de esta maneta tan descarada, porque muchos todavía pedirían que siguiera Lancaster tras una derrota por la mínima y mostrando cierto nivel (algún trastornado como Andy Goode, tras la humillación histórica, pide seguir con el cáncer...).
        Un detalle evidencia la catastrófica planificación de Lancaster: el segundo ensayo de Foley es un calco exacto del que consiguiera este mismo jugador (sólo cambió sus partenaires en la jugada: ayer Beale, en noviembre Cummins) en Twickenham hace 11 meses. Miren el video que colgué ayer, que resume los highlights de ese partido. Incluso la repetición reeditó palos bajo los que posar. Fue el último encuentro que se había disputado contra los Wallabies, era lógico haber trabajado bien la jugada. Bien, pues no se hizo o, peor, se hizo mal, a la manera de Lancaster. Cómo ha cambiado el panorama de los Inglaterra-Australia en 11 meses. Un ejemplo: los scrums. Hace 11 meses, los locales masacraron a la delantera australiana. Ayer se cambiaron los tornas, en parte porque los wallabies ficharon al ex-puma Ledesma para mejorar en este aspecto del juego, y sin duda el resultado ha sido para enmarcar.


        Lo de Lancaster, de verdad, ha sido una cosa para analizar. El caso de Ford, por ejemplo. Como recuerda El País: todo el año trabajando al equipo a su alrededor, con buenos resultados en el VI Naciones, y a la primeras de cambio, por las dudas que generó ante Fidji (no él, ¡sino todo el equipo!), lo quita. Farrell cumple con el pie, pero es el apertura más inoperante que he visto en mucho tiempo. También lo de los centros: trabaja durante años a Twelvetrees y Burrell, y se los carga del Mundial sin sentido, para llevarse a Barritt (fuera de forma, lesionado desde hace meses) y Slade (el de Exeter sigue sin jugar un solo minuto). O lo de Attwood, pareja indiscutible de Lawes, que se quedó fuera en beneficio de medianías como Kruis o Launchbury. De Wigglesworth, aka Bulto Sospechoso, ya no tengo más que decir.
        En fin, el drama ya está consumado. Ya sólo queda liquidar el contrato de este pelele (¡la obtusa Federación le había ofrecido hace poco renovar hasta 2020! Espero que nunca más entrene un equipo de rugby profesional), que Robshaw pierda la capitanía (en beneficio de Morgan o Brown), y tratar de que esta generación, que de hecho es muy buena, vuelva a sentirse un equipo ganador. Lo primero: Tuilagi debe regresar lo antes posible al equipo. Él fue el artífice del único momento importante de la era Lancaster, la victoria ante Nueva Zelanda. También toca darle una oportunidad a Cipriani, que se la merecía en este Mundial. Y recuperar al casi siempre lesionado Corbisiero, el mejor prop izquierdo del mundo.
        Sin duda, desde Sir Clive Woodward, ganador del Mundial hace 12 años, Inglaterra no tiene suerte con los entrenadores: Robinson, Ashton, Johnno y el Interino. Hay que ir ahora a por un número uno, un tipo de perfil similar al de mis admirados Joe Schmidt o Jake White. O ellos mismos, claro. A ver si Irlanda o Montpellier se dejan robar la tostada.
        PD: para ganarle a Australia, hay que pasarse al cricket. Este verano, la Perfecta liderada por Alastair Cook, venció 3-2 a los aussies para reconquistar los Ashes.

4 comentarios:

  1. Es una critica sentida, pero algo acelerada.No me parece que sea un proyecto agotado.Sucede que no se han dado las circunstancias. Creo que lo conveniente es renovar al entrenador, hasta el año 2020 tal y como dice Ud y no obcecarse por un par de malos resultados. De hecho esta eliminación les puede venir bien, para preparar con tranquilidad el IV Naciones.
    Del asunto Tuilagi, noto cierta contradicción por lo manifestado por Ud. en anteriores escritos. ¿No seria este un caso evidente de un jugador de "segundo nivel", al que los All Blacks han rechazado por no dar el nivel requerido?.
    Por último y dado que ya he dicho que estoy muy conforme con la continuidad de Lancaster, creo que la opción de Schmidt sería un serio retroceso en la carrera de este brillante entrenador, que ojala este año haga historia.

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  2. I don't have a beef with the Aussies except they keep beating us, the English, and loving it.

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  3. 1- Inglaterra no debe caer en el onanismo de llorar por la leche derramada.
    Pero
    2- Ha de resultarles duro ver al bloque Celta pasar la primera fase, mientras ellos van para casa en el amargo carruaje de la ignominia
    Rosa marchita de Lancaster.

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  4. Cardo enardecido, aka Eric Blair, ya me comienzo a oler que Lancaster es en realidad un irlandés de Cork que se ha hecho pasar por inglés y que, como ese caso de Kevin Costner en una peli americana de espías rusos, ha conseguido infiltrarse en el centro de operaciones del 15 de la rosa.. para demolerla desde dentro!, jajajaj. Desde luego que los primeros interesados, por la cuenta que les trae en el próximo VI Naciones, de que este tipejo siga perpetrando sus mediocridades indigestas son los celtas de las islas y los perdedores de la batalla de Agincourt. Por supuesto, cualquiera que le tenga un mínimo aprecio a Inglaterra y a su rugby, exige que este pelele sea cesado tras jugar con Uruguay y que hjamás vuelva a entrenar a ningún equipo, ni siquiera pachangas de amigos. Luego escribo otra entrada, pero sus declaraciones de anoche son repugnantes, ¡el tipo quiere seguir como si nada!, y gente de la federación (el mismísimo Beaumont) parece que tiene la intención de tolerárselo...

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