domingo, 16 de mayo de 2010

Clermont acompaña a Perpignan para reeditar final del Top 14



Como ya sucediera el año pasado, Perpignan y Clermont jugarán la final del Top 14. Los primeros lo consiguieron ayer venciendo a Toulouse, mientras que los de Vern Cotter, eternos finalistas de la competición (llevan cuatro finales seguidas, perdidas todas ellas), se sacaron el billete para el Stade de France esta misma tarde al imponerse a Toulon 29-35 en el Aimeé Giral (escenario en el que, en liga regular, ganaron los locales 26-21), en un partido dramático e intensísimo que requirió de una prórroga para dilucidarse. Podría haber ganado cualquiera, incluso diría que los locales lo merecieron más, pero Clermont tiene mejor equipo y en esta ocasión el australiano Brock James no falló, como sí había hecho en cuartos de la Heineken frente a Leinster. El ataque de Clermont anda algo agarrotado últimamente (ante Racing Metro vencieron por poco y sin anotar ensayo alguno), y dieron muestras de ello en este choque frente a Toulon, pues sus tres cuartos aparecieron bastante menos que durante la mayor parte de la temporada. Aunque anotaron dos ensayos, ninguno de ellos tuvo en su ejecución las características típicas del 'sello Clermont'. El primero, por ejemplo, fue algo polémico (parece knock on de Zirakashvili). Otra jugada peliaguda que benefició a los visitantes fue un penalty no concedido a Wilkinson (yo creo que entró). El caso es que el partido fue vibrante, trabado y disputado hasta el mismísimo minuto 100. Sólo la primera parte fue decepcionante, con los dos equipos más pendientes de atajar los avances del rival que de otra cosa. Tras 15 minutos iniciales que sí fueron algo más atractivos (sin scrum alguno y con juego a la mano y también al pie), vinieron los minutos de la trinchera, donde reinaron los duros Van Niekerk y Cudmore. En la segunda parte el juego se hizo más atractivo, sin perder la dureza y la tensión. Clermont llevó la iniciativa; tuvo su momento de dominio pero no supo sentenciar. La reacción de Toulon en los últimos minutos fue brillante (ensayo de Sonny Boy, convertido por Wilko, que también pasó un lejano tiro a palos); demostraban los locales una gran capacidad para reponerse a la adversidad. El choque titánico aplazaba su resolución en la prórroga, cuya primera parte fue controlada absolutamente por los visitantes, que buscaron el ensayo, ya casi sin fuerzas, con jugadas de fases larguísimas. La infantería ya estaba muy desgastada y avanzaba con lentitud de elefante. Cuando parecía que el partido quedaba sentenciado en el inicio de la segunda fase de la prórroga, con el ensayo algo afortunado de Malzieu y un drop prodigioso (desde el medio campo) de Brock James (22-35), los rojinegros de nuevo no quisieron rendirse, mostrando una determinación y una voluntad dignas de alabar. Dos ensayos (transformados) era lo que necesitaban para ganar, y parecía misión imposible en sólo 4 minutos. Pero entonces llegó el ensayo del medio scrum suplente, Cibray (convertido por un gran Wilko mediante un rápido drop, para ganar tiempo), que lo puso todo más al rojo vivo de lo que ya lo había estado. Los narradores de la TV5 Monde francesa estaban exultantes: "Que'll merveille!", gritaban. Los locales, enardecidos por el apoyo de sus aficionados, siguieron atacando en tromba, y se quedaron al borde de la gesta cuando Lovobalavu fue detenido, en un avance por el ala, apenas a un metro de la gloria.

Lo único censurable fueron, como suele ser habitual en Francia, las aficiones, que no paran de armar ruido cuando el apertura rival se prepara para tirar a palos. Mucha Grandeur, pero poco respeto al rival. Que aprendan de los británicos, especialmente de los irlandeses, cuya afición es en este sentido ejemplar.

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