No tiene suerte Martin Johnson desde que se le encomendó dirigir los destinos de la selección inglesa, la única del hemisferio norte que cuenta con una Copa del Mundo (2003). El año pasado todo eran problemas y decepciones: las de los tests de noviembre, por ejemplo, saldados con derrotas aplastantes (en resultado y juego) frente a los colosos del sur. Las expectativas cuando se inició el VI Naciones 2009 no podían ser peores; se esperaba un desastre histórico. Pero a pesar de no tener opciones de llevarse el título, la Inglaterra de Johnno no estuvo del todo mal: venció a las fáciles Italia y Escocia, apabulló a Francia en Twickenham y dio guerra a domicilio a las superiores Irlanda y Gales.
Ahora las cosas pintaban mejor. La recuperación del gran Jonny Wilkinson para el rugby internacional (¿qué dirán ahora aquellos que el año pasado lo querían jubilar prematuramente en beneficio del pipiolo Cipriani?) y una prometedora generación de jugadores (Monye, Armitage, Banahan, Care, Geraghty, Cipriani, etc.) daban esperanzas a los ingleses para los próximos tests de noviembre. Pero nada, una epidemia incontrolable de lesiones ha dejado en cuadro al equipo dirigido por Johnson, que tendrá que llamar a jugadores poco habituales o inéditos con la zamarra de la rosa (sobre todo para la primera línea, desmadejada totalmente). La lista de lesionados es tan grande que seguro que me dejo alguno, pero más o menos estos jugadores no van a estar en Twickenham este otoño: los centros Riki Flutey y Turner-Hall, los zagueros Delon Armitage y Olly Morgan, los primeras líneas Sheridan, Mears, Vickery y White, el segunda Simon Shaw, los terceras Easter, Rees y Narraway, el medio melé Ellis, el centro-apertura Toby Flood, el mismo Cipriani, etc. Un solar.
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