miércoles, 8 de febrero de 2023

El oval tras el Brexit



Han sido años de rugby en silencio, mascando cambios que alteraron los afectos. En pocos casos me sucede con tanta intensidad como co
n la Calcutta Cup, en la que curiosamente siempre salgo ganando, porque si antes del Brexit mi anglofilia prefería las victorias inglesas, tras el golpe de mano de las élites albionas (referendum sólo consultivo que se aplica como vinculante, y segunda votación que se certifica en unas generales en el sistema menos representativo de Europa) mi cariño ha quedado amarrado al bando caledonio, que ahora no para de ganar a su old enemy, y lo hace con valentía y determinación. De hecho, creo que sólo ha perdido una edición de las últimas cinco, algo imposible de ver en mi experiencia rugbística previa (iniciada a principios de los 90 con el V Naciones de TVE narrados por Ramón Trecet).

Es verdad que los de Townsend no disputaron un gran partido, jugando más bien a ráfagas, y con una Inglaterra mermada por las bajas (Underhill, Lawes, Daly, Billy Vunipola, Simmonds), pero no fallaron en los momentos clave como tantas veces sucedía en el pasado. Desde luego, no son la selección plana y especulativa que tanto me irritaba entre 2007 y 2014. El pack sigue siendo poderoso, aunque se añore a Hamilton, McInally o Watson, y su línea de tres cuartos mucho más dinámica, pero la guinda del pastel es el postafrikaner Van der Merwe, ya insigne miembro de los Lions, que el sábado arrasó las defensas locales, especialmente en su primer try, un recital de potencia, velocidad, habilidad (ese cambio de mano ya asaltado por Dombrandt en la línea de marca) y juego de cadera. Una obra de arte.

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