No, no hablaremos de Paul Verhoeven y sus turcas y muy edificantes delicias, sino obviamente de una delicatessen que disfrutamos en Dublín el pasado sábado. Ha habido partidos mejores, sin duda, pero hace un tiempo que no disfrutaba tanto de una refriega rugbística a tumba abierta, con una Irlanda creciéndose desde abajo rompiendo líneas como el séptimo de caballería (el ensayo de Keenan, que cuando hace la marca seis o siete de sus compañeros ya estaban detrás de él para secundarlo en el asalto después de triturar la línea Maginot) y siempre con ese sentido gozoso del juego que les ha inculcado su británico entrenador (entrevista a Jack Conan). Esta Irlanda la verdad es que no le teme a nada (veremos si en su prueba de fuego mundialista siguen sin temblores en las piernas) y es una alegría verles jugar. Con Gales hecha un cristo, son mis favoritos (en el sentido técnico y también en el emocional) para el título, que deberían abrochar frente a los ingleses, también en Dublín, en la última jornada, con un esperado terceto título-GrandSlam-TripleCorona. Mi única duda tiene que ver con su fondo de armario, porque no disponen de tantas opciones para cada puesto como sus principales rivales en el mundial, como Sudáfrica, Nueva Zelanda o Francia. Sobre todo los dos primeros, deben tener 50 o 60 jugadores de primer nivel de los que tirar cuando haga falta, pero en el caso de Irlanda me salen como mucho 40. Por tanto, las lesiones y cómo lleguen veteranos como Sexton y O'Mahony será decisivo. Ahora, por ejemplo, veremos cómo sobrellevan la lesión del importante Tagh Beirne (tres meses fuera), que tiene un buen sustituto en el norirlandés Iain Henderson (de hecho, con muchas más caps que el ahora titular), pero los que vienen detrás (Treadwell, McCarthy, Baird) están varios escalones por debajo.
En cuanto a Francia, es cierto que no disputaron su mejor encuentro, pero su abrumador dominio en el set piece (qué maravilla de limpiezas de ruck que hacen, poesía pura. Y unos line outs imperiales) y su solidez habitual, junto a las genialidades de Dupont o Penaud, les hacían, para mí, candidatos a la victoria hasta el minuto 70. Pero el ensayo del búfalo Ringrose acabó con esas opciones. A ver cómo se reponen, porque tendrán en París la semana que viene la decisiva prueba de los emergentes escoceses, candidatos al título por primera vez en muchos años. En caso de victoria local, seguro que aún tendrán muchas opciones de llevarse el torneo, aunque perdieran en Dublín un bonus defensivo que puede ser clave.