Castrogiovanni tocándole la cara a Hartley
Como no pude ver el encuentro en directo, y fijándome en el raquítico resultado (11-3), pensé que la primera semifinal de la Aviva Premiership que enfrentó a Leicester Tigers y Northampton Saints había sido mediocre y prescindible, uno de esos partidos en los que la trascendencia del enfrentamiento produce un festival de renuncias, cicaterías y desapegos, una entrega al modo más conservador de entender el rugby. Por eso mismo no estaba excesivamente ansioso a la hora de decidir el momento adecuado para ver el partido. Pero me equivocaba, porque lo que me esperaba era un auténtico partidazo, una batalla bestial entre dos ejércitos que se vaciaron espectacularmente, luchando metro a metro, con una intensidad eléctrica, sin treguas ni contemporizaciones de ningún tipo, entregados en una pugna de gran intensidad bélica. A medida que avanzaban los minutos fui entendiendo que el escaso marcador final no fue resultado del escaso juego o la falta de ambición, sino de la igualdad reinante entre dos equipos que contestaban con fiereza cada ataque rival, que nunca cedían ni un espacio que no pudieran defender con sangre, riñones y golpes. De hecho, hasta el ensayo de Alesana Tuilagi, ya en el minuto 70 (conseguido gracias a un espectacular pase del argentino Ayerza), el partido no estuvo ni mucho menos decidido, y podría haberse decantado por cualquiera de los dos contendientes.
Fue un festival de agresividad subterránea, con rucks devastadores en los que siempre se acababan enzarzando varios rivales cuando el oval seguía su curso fuera de los amontonamientos. El rey en este juego fue el colosal Courtney Lawes, un tipo que si no se tuerce tiene que marcar una época en el rugby inglés y mundial, pues posee unas condiciones (unidas a su juventud) insuperables. Lawes estuvo en todas partes, cubriendo, placando, saltando en los line outs, entrando poderosamente en los rucks, etc. Otros también estuvieron a gran nivel, aunque llevaron la agresividad del partido hasta extremos impresentables, como fue el caso de Manu Tuilagi, otro futuro astro de este deporte (sólo tiene 19 añitos) que, sin embargo, se marcó un recital de malos modos que incluía placajes altos (especialmente uno a Geraghty), entradas con el hombro en los rucks y una infame (y repetida: tres golpes fueron) agresión a puñetazo limpio contra Chris Ashton, con el que se cebó tras haberle propinado un placaje tardío. Al final del encuentro buscó al abrazo del ala de los Saints (Ashton accedió caballerosamente), pero eso no debería impedir que se le sancione con un buen número de semanas. Tiene razón Jim Mallinder: Manu mereció la tarjeta roja, y unos 50 minutos en inferioridad para los Tigers podrían haber significado un resultado muy distinto al registrado.
Muy bueno el post. Estoy de acuerdo con Ud en casi todo, salvo que no hace mención al pésimo arbitraje de un mal árbitro. Tengo para mí que los mejores árbitros de Rugby (también de fútbol) son los ingleses porque respetan, o al menos lo intentan, el espíriu del juego. Éste no. Amaga como que va a pitar algo y después deja jugar.
ResponderEliminarLo que dice del pequeño de los Tuilagi es cierto. Si le hubiera expulsado, que lo mereció, el resultado quizás hubiera sido otro.
Mal también Castrogiovanni con una actitud provocadora.
Ya que se repite la final del año pasado,esperemos que sea como el Somme.
ResponderEliminarAhora que caigo,es el mismo día y en la misma ciudad que la final de la Copa de Europa de football.
Será curioso comparar los comportamientos de las aficiones.
Mr Blair, a un servidor nunca le ha gustado Wayne Barnes. Es un señor que destila nerviosismo, falta de autoridad y también de criterio. Muy lejos de los Rolland, Kaplan, Joubert, incluso de sus compatriotas Pearson y Small.
ResponderEliminarDoc, bienvenido al blog. La final del año pasado fue épica, y eso que tener entre los contendientes a un equipo tan cicatero como los Sarries no parecía apuntar a ello. Será interesante, como dice, comparar aficiones entre los dos partidos londinenses del día 28, pero no creo que haga falta esperar a ese día para saber quién se comportará mejor o peor.
saludos a ambos
Hola Horrach soy Alberto 1980
ResponderEliminarTe escribo deseando que hayas podido disfrutar de la final de la Challenge. Ha sido un partido muy emocionante y con final muy feliz para mi por la victoria de mi equipo preferido los Harlequins. Grandísimos Care y Evans, incluso destacar la buenísima maniobra de marler en el ensayo de los Quins, él es quien inicia la jugada.
De Stade me sabe mal por Dupuy (uno de mis medio melé preferidos) y por Beauxis y Parisse. Hay que decir que ha sido una temporada catastrófica para los franceses y el curso que viene me huele un nuevo desembolso astronómico.
Un abrazo crack
Con todo,jode más perder la Heineken contra los paddies.
ResponderEliminarPor cierto,que mala es la heineken.La cerveza,of course.